Antonio Piñero: El historicista vehemente

RICHARD CARRIER  31 de JULi0 de 2020antonio-pinero1

Nota del traductor: Esta respuesta del Dr. carrier a una entrevista y al libro del Dr. Piñero que lo cita suscitó cierta controversia debido al lenguaje coloquial que Carrier utiliza en sus blogs. Hay aquí más de un modismo inglés que fue mal traducido al español en el blog del Dr. Piñero, aumentando la polémica. Por esa razón traté de ser lo más prolijo posible para evitar absurdas controversias. ¿Por qué titulé este artículo como «Un historicista vehemente» y no como un «historicista chiflado»?, porque, por medio de un juego de palabras, esa fue la intención del autor: un historicista cuya vehemencia lo lleva a ciertas conclusiones ílógicas. 

Aquí puede ver la respuesta del Dr. Piñero a este artículo primera y segunda parte.

Antonio Piñero es una suerte de  Bart Ehrman en el mundo de habla hispana. Ha hecho muestra de su crítica el mitismo sobre Jesús y defiende la existencia histórica del mismo a una interesada audiencia  en el mundo  Latinx , justo cuando el mitismo empieza a avanzar allí, asustando a la élite académica. El libro de batalla de Piñero sobre el asunto es  Aproximación al Jesús Histórico (publicado por Trotta en 2018; con una tercera edición publicada en 2019). Adquirí una traducción de algunos de las partes más relevantes de este libro (y de un video entrevista con Piñero) de mi amigo experto chileno, David Cáceres González, quien de a poco está traduciendo algunos de mis blogs seleccionados al español (los cuales deberían promover con las audiencia de habla hispana cuando tengan la oportunidad o incluso contratara David por sus trabajos de traducción y clases, es bueno en lo que hace—ver ¡Exposing the Jesus Myth in Spanish!).

Este es mi análisis inicial del mismo (puede que David Cáceres González produzca en el futuro una edición en español en su sitio Mitos o Historia). Yo podría abordar más adelante algunas de las raras teorías del mismo Piñero. Pero aquí solo abordo lo que se supone es una “refutación” directa a mi trabajo.

La postura de Piñero

Como Ehrman, Piñero distingue entre “la no existencia de un rabino Galileo, Jesús de Nazaret, y la no existencia de Jesucristo”, y se preocupa mucho de lo que implica la concepción “popular” de mitismo confundiendo las dos. Es una preocupación con algo de mérito.  Aunque no aplica al mitismo académico, ninguna defensa revisada por pares del mitismo conlleva tal confusión. Tanto mi obra On the Historicity of Jesus (la que pronto estará resumida en un lenguaje más simple  en Jesus from Outer Space) como la de  Raphael Lataster  Questioning the Historicity of Jesus  descartan la hipótesis sobrenatural de Jesús considerándola un imposible y solo toman en serio para comenzar a tratar las teorías del tipo “rabino galileo” (lo mismo se puede decir de memoir, de Thomas Brodie aunque esta apenas cuenta, desafió la historicidad pero no expresó bien una teoría de los orígenes cristianos ni examinó completamente los argumentos principales a favor y en contra).

De forma similar, Piñero asume una posición totalmente secular sobre la historicidad de Jesús, afirmando que “Pablo y los cristianos primitivos” no consideraron a Jesús como un dios…de manera alguna”, aunque irónicamente confunde lo que en la actualidad queremos decir por “un dios” y lo que ellos querían decir,  cayendo así en el mismo error (¿amateur?) de los mitistas. Ya advertí contra este error en mi obra revisada por pares (OHJ, pp. 52, 60, 96, 104-05; resumido más adelante). De este modo, es notable que Piñero me critique en este libro, admite en el video que nunca ha leído mi libro. Esto representa las defensas que se hacen de la historicidad: escriben un libro completo donde afirman que refutan nuestras tesis sin leer ninguna de ellasEsto ocurre tan a menudo  que es una tendencia reconocible en este campo. Así que no partimos bien.

No obstante, Piñero no es un mero dogmático o apologeta. Por ejemplo, se inclina a concordar con que la línea sobre Cristo en Tácito fue interpolada por escribas cristianos tardíos. Y asimismo no encuentra otra evidencia extra bíblica relevante y utilizable, aparte de Josefo, a quien, no obstante, trata de forma extraña, con muy poco dominio de hechos o lógica (como veremos en breve). Asimismo, Piñero está de acuerdo  con que la referencia de Pablo a las palabras de Cristo antes de su muerte, que establecen la Eucaristía, las recibió en una visión de Cristo, y no de una tradición comunitaria transmitida por testigos oculares. Y se estanca ingenuamente de nuevo cuando “asume” simplemente que los evangelios tuvieron fuentes de prerresurreción provenientes de testigos oculares, aunque Pablo nunca menciona nada, y cada vez que Pablo hace una lista de las fuentes cristianas recibidas de los evangelios, nunca es una de los evangelios que conocemos, un problema que Piñero nunca trata en realidad, a pesar de ser fundamental para la crítica mitista al historicismo.

Mucho de lo que Piñero escribe respecto del contexto del cristianismo primitivo y la tesis mitista revela el impactante desconocimiento  sobre ambos. Esto es típico en los defensores de la historicidad , y una de las principales razones de por qué no confiamos más en su opinión. Por ejemplo, Piñero hace una serie de preguntas retóricas  (en las pp. 21-23, por ej.: “¿Por qué crear los evangelios con tantas lagunas, inconsistencias, y contradicciones entre ellos?”) lo que supone que no sabe cómo estas preguntas se han sido respondidas por los historiadores convencionales en el tema de Jesús, y en menor medida, trabajos mitistas con revisión de pares (ninguno de los cuales argumenta, por ejemplo, como Piñero asume de manera insólita, que los evangelios fueron escritos por la misma secta o incluso el mismo autor).

¿Cuándo Jesús fue un Dios?

Comencemos con un significativo ejemplo. En su intento de insistir en que Pablo y los cristianos primitivos no vieron a Jesús como un dios, Piñero ya ha sido refutado por Ehrman, quien demuestra a fondo que la distinción en la que Piñero insiste es engañosa y anacrónica (ver mi resumen en Bart Ehrman on How Jesus Became God). Solo porque los judíos trataron de evitar la palabra griega específica theos  cuando hablan de cualquier otra deidad que no sea el Supremo (quien Pablo reconoce como el ser que creó  a Jesús como un arcángel en los albores del tiempo), simplemente por razones de honor y para evitar ofensas, no significa que no consideraban otros seres como dioses. Pablo habla de otros dioses todo el tiempo, incluyendo incluso a Satanás como uno de ellos, aplicando una terminología más sutil o cualidades cuidadosamente. Por ejemplo, Pablo llama a Satanás un dios, pero solo con capacidades  de “el dios de este mundo”.

Del mismo modo, como Pablo explica en 1 Corintios 8.4-7:

Por eso, acerca de la comida de los sacrificios a los ídolos, sabemos que el ídolo nada es en el mundo y que no hay sino un solo Dios. Porque aunque sea verdad que algunos son llamados dioses, sea en el cielo o en la tierra (como hay muchos dioses y muchos señores), sin embargo, para nosotros hay un solo Dios, el Padre, de quien proceden todas las cosas, y nosotros vivimos para él; y un solo Señor, Jesucristo, mediante el cual existen todas las cosas, y también nosotros vivimos por medio de él.

Sin embargo, no en todos hay este conocimiento; porque algunos por estar hasta ahora acostumbrados al ídolo, comen el alimento como algo sacrificado a los ídolos, y su conciencia se contamina por ser débil.

En otras palabras, Pablo describe la monolatría, no el monoteísmo. Aquí admite que hay muchos dioses, pero nosotros rendimos culto solo a dos de ellos, y el segundo de esos dioses solo le rendimos culto como subordinado del otro,  así elegimos hacer esta distinción al reservar en la adoración la palabra de honor específica theos  (Dios con mayúscula) para la deidad y kyrios principal (Señor con mayúscula) para su subordinado. Todos los otros dioses son solo un dios o un señor (minúscula), y no les rendimos culto. Pero cualquiera en la sociedad de  esa época, que no fuera cristiano o judío, enseguida diría que está hablando  de un kyrios, un theos. Del mismo modo, un daimôn; que se convirtió en el peyorativo “demonio” en el uso judeocristiano, es en realidad solo la palabra griega para “divinidad”, la que en inglés es simplemente un sinónimo de “dios”.

Nótese cómo la distinción que hacían entre las palabras “dios” y “divinidad” no existe en el inglés. Ni tampoco en la Grecia Antigua aparte de la práctica judeocristiana. A lo sumo, algunos teólogos paganos usaban daimôn para referirse a un dios menor o semidios y theos  para uno mayor, o un dios completo, pero tampoco no es una distinción que exista en el inglés; y ambos son dioses en la jerga popular, en aquel entonces y ahora. Del mismo modo la distinción  que hacían entre “Dios” y “Señor” o entre “Dios” y “dios”, y “Señor” y “señor”. Así que es anacrónico seguir usando esa descripción como si esta significara que a Jesús no se le consideraba como “un dios (en el sentido de la lengua inglesa). Estas distinciones eran esotéricas e idiosincrásicas para ellos, y es engañoso para hablantes del idioma inglés hoy en día (asimismo para los hablantes de español, ya que todos estos asuntos son válidos para las lenguas europeas modernas).

Tanto en los idiomas modernos como en los antiguos, esa distinción no era normal, y no existía fuera del marco del peculiar culto judeocristiano. Y en función  de lo que estamos hablando—primigenio, sobrenatural, celestial, entidades eternas que poseían un poder de ese tipo— es incorrecto decir que Jesús no fue entendido como un dios. Sí, no se creía que fuera idéntico a el Dios (a pesar de lo que digan los teólogos cristianos modernos; ver elemento 10 en el  capítulo 4 de OHJ). Definitivamente se entendía en cualquier sentido pertinente, ayer como hoy, un dios. No se puede comprender el cristianismo primitivo si no se entiende esto. Piñero no lo entiende.

¿Por qué inventar cosas?

Porque Piñero abandonó su responsabilidad como erudito al escribir un libro que trata el mitismo de Jesús sin leer ningún trabajo revisado por pares del Jesús mítico, hace unas preguntas insulsas cuyas respuestas debería saber si tan solo hiciera su trabajo, como su profesión lo exige, y leer de verdad la investigación académica revisada por pares de la que habla y a la que cuestiona.

Por ejemplo, Piñero inexplicablemente pregunta: si Jesús es mítico, “¿por qué atribuirle hermanos y hermanas?” Bueno, es la misma razón por la que los judíos le atribuyeron al mítico Moisés  hermanos y hermanas, tal como los paganos le atribuían a sus dioses míticos y héroes hermanos y hermanas. ¿Cómo es que Piñero no sabe esto? ¿Cómo no sabe que ya lo hemos explicado, y bajo revisión de pares, no menos que eso? (Ver OHJ, pp. 371-75 y 453-56.) Del mismo modo, Piñero inexplicablemente pregunta: “si Jesús fue, como un aspecto de Yahvé, totalmente inventado, ¿por qué esa ecuación no “aparece de forma más clara en los evangelios?” Pues bien, por la misma razón que Osiris siendo “realmente” una deidad celestial eternal cuya muerte y resurrección es en realidad un acontecimiento sublunar en el espacio exterior “no aparece” en  sus evangelios, que esconden la verdad detrás de fábulas terrenales, compuestas como alegorías, de manera que solo aquellos con suficiente entendimiento obtienen la salvación la gran verdad que se les entrega. Exactamente como Marcos presenta a  su Jesús  explicando a sus lectores:

10 Cuando estuvo solo, los que estaban cerca de él con los doce le preguntaron sobre la parábola.

“Y les dijo: A vosotros os es dado saber el misterio del reino de Dios; mas a los que están fuera, por parábolas todas las cosas;

“ para que viendo, vean y no perciban; y oyendo, oigan y no entiendan; para que no se conviertan, y les sean perdonados los pecados”. (Marcos 4:10-12).

Algo que era  habitual y bien conocido en la Antigüedad (ver elemento 14 en capítulo 4 de OHJ). Esta es literalmente toda nuestra tesis.  Y la hemos demostrado con numerosa evidencia y analogías. Piñero no tiene idea de esto.

No me voy a extender en este punto examinando cada insulsa pregunta retórica que Piñero hace. Todas ellas son fácilmente respondidas como aparecen en ( On the Historicity of Jesus, especialmente el capítulo 10, o en el capítulo 5 de su precuela metodológica revisada por pares, Proving History). Y, de hecho, tan fácilmente respondidas, que basta con leer la literatura revisada por pares, la que ya ha respondido todas esos asuntos, todas respuestas basadas en examen de evidencia e investigación académica publicada previamente. Lo que Piñero  demuestra es que nunca revisó nada de esto. Su libro por lo tanto no vale la pena. No informa de nada, y no supone un desafío a cualquier defensa académica del Jesús mítico. Literalmente es una “no respuesta”. Como si alguien entrara a un debate, se quedara completamente dormido ante sus oponentes,  en una defensa con evidencia fundada de la no existencia de los mesías fundadores de cultos y los movimientos luditas del siglo XIX (en serio: ver ambos en el índice de OHJ), y luego se sube al podio y defiende extensamente la historicidad de Cristóbal Colón. No se pude responder a nada. Una completa pérdida de tiempo.

No hay necesidad de refutar esto. Porque ya lo hicimos. Es solo leer las defensas revisadas por pares del mitismo. No se necesita mayor refutación a las ideas extrañas e ignorantes de Piñero de las que ya hemos entregado.

¿Cuál es el argumento de Piñero?

El desconocimiento de Piñero se extiende a través de todos sus “argumentos” principales para la historicidad de Jesús, como aparecen en el video-entrevista con David Cáceres G. Piñero, principalmente, hace afirmaciones raras y se muestra extrañamente enfadado en cualquier instante que se desafía la  verdad de lo que él dice. Ninguno de sus argumentos son, en términos objetivos, bien fundados o lógicos, y todos ya han sido refutados en la literatura revisada por pares que él no ha leído.

Argumento 1: Ningún judío cuestionó la premisa de historicidad en la obra de Justino Mártir: Diálogo con (Piñero dice “el rabino”) Trifón. Efectivamente ningún judío “se hubiera molestado” en discutir con una secta cuyo líder nunca existió. Y el judaísmo “siempre” ha admitido que Jesús existió.

Este es el mismo error que cometió el apologeta cristiano Michael Jones. Trifón no fue un rabino. Es una ficción, un rabino “mítico” inventado por Justino. Y sin embargo se le representa como no comprometido con la historicidad de Jesús. Justino presenta a Trifón diciendo que los cristianos “inventaron” a Jesús, y se lo imagina discutiendo toda la evidencia Cristiana y lo imagina argumentando que toda evidencia cristiana de que alguna vez hubo un Jesús eran «rumores infundados”, carentes de evidencia, “mitos vacíos.”  Y, sin embargo, Trifón (y los verdaderos judíos que el representa) discutía con los cristianos, precisamente porque trataban de llevarse a los judíos conversos con eso mitos.  Así que el primer argumento de Piñero se refuta por su propia evidencia citada.

El argumento de Piñero no es solo impreciso, en términos objetivos, y totalmente ignorante, es también ilógico. No tenemos evidencia de que algún judío haya alguna vez leído el Diálogo de Justino mucho menos en cuanto a lo que preguntaron o no “preguntaron” al respecto. De hecho no tenemos (eso significa: cero) fuentes judías que hablen de Jesús en absoluto durante los primeros cuatrocientos años del Cristianismo (una vez que reconozcamos que Josefo nunca trató el asunto). ¿Entonces cómo “conoce” Piñero lo que los judíos pensaban o decían sobre esto?  La afirmación “conocer” los contenidos de los documentos y conversaciones de lo que no tenemos registros, “conocer” lo que la gente pensaba, cuando no tenemos ni una sola mención de lo que pensaban, es una típica falacia de los historicistas. Y una de las más absurdas. (Ver el  capítulo 8 de OHJ  para rectificar).

El argumento de Piñero es incluso más ilógico que eso, ya que para la época que Justino escribió, habían pasado más de 120 años después del hecho, y se encontraba a mil kilómetros de distancia. Incluso los judíos para ese entonces puede que no hayan sabido si Jesús existió. Considere que no tiene acceso a ningún registro que haya sobrevivido en los últimos 120 años (como fue el caso en los días de Justino, para algo tan imposible de investigar como un misterioso  condenado de nombre común, en una tierra extranjera lejana, de quien ningún testigo, o incluso sus nietos, se encontraban vivos), y viene alguien a golpear su puerta afirmando que un milagroso Juan Pérez había llegado a una isla en algún lugar predicando la salvación y  “si acaso no te gustaría ser parte de eso”. ¿Cómo podrías saber que Juan Pérez existió o no? No hay cómo. Incluso si vivieras en esa isla. Mucho menos en otro continente.

No. La respuesta más probable a este discurso no sería arriesgarse si no tienes evidencia con que apoyar que Juan Pérez no existió. Ya que entonces una única y hábil pregunta: ¿cómo lo sabes?, te dejaría en silencio. Al contrario, dirías que las historias sobre él deben haber sido exageradas o falsas, que es un falso gurú más como muchos otros de los que todos hemos oído hablar, entonces podrías citar incontables ejemplos (es decir, evidencia) de que eso es por lo general el argumento de afirmaciones de este tipo que tratan de hombres maravillosos y eso transfiere la carga de la  evidencia a quien la afirmó. Este es el mismo argumento que  parece haber usado Celso cerca de la misma época de Justino, teniendo como única evidencia los evangelios e incontables ejemplos de falsos gurús similares que se parecían un montón a este Jesús. Celso tampoco tenía cómo saber o presentar evidencia de que Jesús no existió. Pero tenía un modo de presentar evidencia que mostraban que el fraude y las falsificaciones eran comunes, así que ahora Jesús o Juan Pérez tienen que responder la pregunta: “¿Cómo sabes que él no fue solo uno más de esos charlatanes que andan por ahí a quienes los cuentos fantásticos los embriagan? Así que esa es la única respuesta basada en evidencia que usted, Celso o “Trifón” podrían dar.

Así es como siempre han sido las cosas, sin hacer caso de si Jesús existió o no, si esa es la razón: decir que las cosas fueron así, no puede ser argumento de que Jesús existió. Pensar de otra forma es simplemente ser un mal historiador, ilógico,  inexacto en términos objetivos, y desinformado en cuanto a cómo funciona el mundo en general, y en particular en aquella época.

Argumento 2: ¿Qué pasa con “Santiago el hermano del Señor?” ¿Cómo Pablo puede visitar al hermano de un “constructo mítico”?

Con esto se sigue demostrando que Piñero nunca ha leído nuestros libros y no sabe nada de lo que proponemos  en cuanto a qué significa este pasaje, mucho menos alguna de las evidencias que hemos citado con relación a nuestra visión sobre el asunto. (Ver capítulo 11.10 de OHJ  para rectificar. O el capítulo 9 de Jesus from Outer Space, del que espero publicar una edición en español dentro de uno o dos años) En pocas palabras, todos los cristianos bautizados eran hermanos del Señor. Y no hay evidencia de que Pablo quisiera decir algo más con esa frase. Cada intento de “discutir sobre esto” fracasa. Pero tendría que haber leído de verdad la literatura revisada por pares para saber el porqué. En realidad no sabemos si Pablo quiso decir que Santiago estaba relacionado biológicamente con Jesús. Y sanseacabó.

Argumento 3: El Testimonio Flaviano de Josefo es un pasaje “negativo”, luego de sacar “todas las interpolaciones”. Así que si los judíos lo aceptan, entonces Jesús existió. Cuando Josefo dice justo luego del Testimonio: “Otro horrible mal ocurrió a los judíos”, se refiere a los falsos mesías y “personajes perniciosos” como el Egipcio, Teudas, el Bautista y por lo tanto Jesús.

Ni una sola afirmación es cierta. Incluso la totalmente hipotética (en otras palabras: totalmente inventada) “versión” del Testimonio Flaviano, que fue creada por expertos modernos al “quitar” todo lo que se sabe que Josefo no habría dicho,  no es un pasaje “negativo”. Puede verlo usted mismo: intente del modo que pueda, quitar cualquier cosa que quiera; no hay modo de sacar de ahí un relato que es crítico de Jesús. Los expertos que  “afirman” que pueden hacerlo están reinterpretando extractos que eran comunes en griego en formas que ningún lector de la Antigüedad los hubiera leído. En otras palabras, están acumulando montones de suposiciones ad hoc inverosímiles para que la evidencia termine siendo exactamente lo opuesto a lo que la evidencia es. Eso es historia basura.

De todas maneras, no hay evidencia de tal “versión” del pasaje. Si no acumulamos supuestos, si tomamos la evidencia tal cómo es, obtenemos exactamente el resultado opuesto: Josefo nunca escribió nada de este pasaje; el trozo sobre: “otro horrible mal” que le ocurre a los judíos  se refiere al pasaje que precedía originalmente a ese renglón, en el que Pilato aparece cometiendo múltiples sacrilegios  en contra del templo y asesinando a los judíos piadosos que protestaban. Un verdadero y horrible mal. No hay siquiera un “mal”, mucho menos uno horrible, en el Testimonio Flaviano.

Por el contario, la afirmación de Piñero que lo que “precedía” a ese renglón era un relato de “los falsos mesías y personajes perniciosos como el Egipcio, Teudas, el Bautista”, y por lo tanto “Jesús”,” es completamente falso. Ninguna de esas historias precede al Testimonio Flaviano. Todas ellas vienen mucho después. La historia de Juan el bautista comienza en la sección 106  del libro 18, Teudas; sección 97, el Egipcio; sección 167. El Testimonio Flaviano está en la sección 63. Peor aún, no hay una sola línea sobre Jesús en el Testimonio Flaviano que se parezca a los escritos de Josefo sobre aquellos agitadores de modo alguno. Esto es de hecho la prueba más clara de que el Testimonio Flaviano nunca estuvo en el texto de Josefo en absoluto. (Ver mi argumentación sobre este asunto  recién la semana pasada).

Parece como si Piñero se involucrara en un fraude, sus afirmaciones no solo son ilógicas, son totalmente contrarias a los hechos. ¿Cómo puede un historiador competente estar tan enormemente desinformado sobre los mismos textos de los que está hablando, y supuestamente escribió un libro completo sobre el asunto?

Argumento 4: Finalmente, la “lucha interna de los autores de los evangelios”, tratar de convertir a un simple hombre en un dios: esta lucha no se puede entender si no existiera un núcleo de un personaje histórico al que se intenta convertir en un dios. Además, ¿por qué sus seguidores arriesgarían sus vidas por un Jesús mítico?

Ningún cristiano “pondría en riesgo su vida” por un Jesús mítico. Los primeros cristianos no murieron por un Jesús (la mayoría ni siquiera murieron por algo, hasta donde sabemos, no tenemos ningún registro de que así fuera, pero es una digresión que no es necesaria aquí). Los cristianos posteriores simplemente creyeron a los evangelios y murieron por una mentira que les contaron, no una mentira que ellos hayan contado. Aunque sabemos muy bien que personas religiosas ciertamente morirían por una mentira, y por todo tipo de razones aplicables, así que la lógica de Piñero nuevamente es inválida, así también sus hechos. (Ver Did the Apostles Die for a Lie?  y How Did Christianity Switch to a Historical Jesus?)

El hecho es que, todos los hombres dioses mitológicos tenían múltiples “evangelios” escritos sobre ellos, que los ponían en la historia, a menudo con familia, y esforzándose en hacerlos parecer sorprendentes entre contratiempos y puntos débiles. Todo lo que Piñero supone como una “lucha” para representar a Jesús como un dios hombre, o algo comparable o análogo, se puede encontrar como ya dicho de otros héroes míticos de la Antigüedad, incluso héroes míticos judíos (ver elementos 44 al 48 en el capítulo 5 de OHJ). Todos los héroes míticos y semidioses fueron “puestos en la historia” con relatos como. El hecho de que se haya hecho lo mismo con Jesús no puede ser evidencia de que existió, no más que el hecho de que otros personaje puestos en la historia sea evidencia que hayan existido. Por tanto, el argumento de Piñero parece no estar informado de la totalidad de mitografía, historiografía, literatura y religión en la Antigüedad. Y esto una vez más demuestra que no sabe lo que hay en los libros revisados por pares escritos por expertos en mitismo últimamente, mucho menos tiene respuesta para ellos.

¿Cómo Piñero responde a mis refutaciones?

Ya que Piñero no leyó y no sabe que hay en los últimos libros revisados por pares sobre el Jesús, ¿cuáles podrían ser sus refutaciones en su libro? Al menos sabe que en algún lugar On the Historicity of Jesus  hago matemáticas. Y esto lo horroriza. Cuando presenta mi obra (en pp. 19-20), erróneamente dice que hago un “cálculo estadístico de probabilidades”, confunde “estadísticas” con “probabilidades”. Nunca presento argumentos estadísticos en OHJ.  Solo presento argumentos de probabilidades en OHJ.  No es lo mismo (ver Bayesian Statistics vs. Bayesian Epistemology).

Piñero parece no saber cómo llegué a mis conclusiones. Pero sabe que concluí que “la probabilidad” de que Jesús existiera está entre “1/3 a 1/12,000,” lo que él interpreta diciendo “la probabilidad de que Jesús existiera es mínima”. Pero 1 en 3 no es descrito por lo general como una probabilidad “mínima” de algo. Probemos: “las posibilidades que muera electrocutado si toco un riel son 1 en 3, por lo tanto las posibilidades de que muera electrocutado son mínimas”… ¿suena bien? De hecho, incluso si esas posibilidades fueran de 1 en 12,000 no tocarías el riel. ¡Definitivamente no si las posibilidades fueran un enorme 3 en 1! Esto es matemáticas de sexto grado.

Piñero luego dice: “Carrier afirma de pasada que Jesús es un personaje basado en revelaciones personales de Pablo y otros” y en lecturas místicas de las Escrituras, y “los evangelistas son los únicos que ficticiamente modelan la figura de Jesús” como un rabino terrenal, que los relatos fueron hechos originalmente para “entenderlos alegóricamente”,  pero “las luchas entre las primeras comunidades  por el control y supremacía originaron estas ficciones literarias que se tomaron en serio”, y así cristianos posteriores “creyeron en una figura histórica”. Dedico más de seiscientas páginas repletas de argumentos y notas al pie de página sobre estos asuntos. Honestamente no creo que eso se pueda describir como “afirmar de pasada”. Pero en otros aspectos Piñero, al menos, describe correctamente mi hipótesis.

Pero es lo único que capta bien. Piñero luego dice: “lo que es novedoso de la tesis de Carrier” es que “el argumento moderno para la existencia histórica de Jesús está basado en métodos erróneos”. Ese argumento no es novedoso. De hecho los mismos historicistas lo han dicho por años, de hecho, todos los estudios específicos sobre esos métodos han llegado a esa conclusión.  Demuestro esto, citando a los estudios académicos prevalecientes que discuten este punto, desde Morna Hooker y John Gager a Stanley Porter y Rafael Rodríguez, y otra media docena, en el capítulo 5 de Proving History  (un libro del que Piñero parece no tener idea, a pesar de ser citado repetidamente en OHJ). Eso sí, esto no es solo una tesis. Lo  demuestro. Piñero nunca presenta ninguna refutación. Ni siquiera parece estar consciente de mi argumentación o la evidencia y la investigación académica revisada por pares en la que se basa.

Piñero entiende que el quid de mi argumento es que “el actual consenso sobre” la existencia de Jesús “no toma en cuenta” ningún “cálculo discernible de probabilidades del valor de sus propios argumentos”. Torpemente escrito, pero cierto, si lo que él quiere decir es, que ningún historiador de Jesús ha explicado hasta ahora, lógicamente, cómo o por qué cualquier argumento que presentan aumenta la probabilidad de la existencia de Jesús, mucho menos aumenta esa posibilidad de manera suficiente como  estar seguros de que Jesús existió. No lo han hecho. Esto es todo lo que digo en el capítulo 1 y en la introducción al capítulo 5 de Proving History. Sin embargo, los historiadores también entienden mal muchos hechos. Así que no es solo que los historiadores que formulan el consenso hoy no pueden explicar por qué sus conclusiones deben considerarse probables desde la evidencia que presentan, pero la evidencia que presentan a menudo no existe,. Piñero solo da un ejemplo en el video entrevista, cuando afirma que el renglón de Josefo: “otro horrible mal le ocurrió a los judíos”, seguido del relato de Josefo de falsos mesías y otros agitadores  (de hecho los precede, por bastante material).

En Proving History  muestro a muchos historiadores que cometen errores como este en defensa de la historicidad de Jesús, y cuando uno corrige esos errores (tanto de hecho como de lógica), no queda argumento para la historicidad de Jesús. Es así cómo sabemos que  el consenso  moderno está  malformado   y por lo tanto no es confiable para seguir  citándolo.

No hace falta decir que Piñero no ha leído la literatura revisada por pares, y no sabe que tiene que responder a esta, y en consecuencia nunca lo hace. Dejando su libro sin uso. Asimismo cuando el pasa de aquí a “refutarme” solo insertando una serie de preguntas retóricas (en las pp. 21-23 como ya cite antes),  como si no tuviera respuestas para ellas, cuando de hecho cada una está respondida en libros revisados por pares que he publicado y ¡que él no ha leído! Y ya que, de nuevo, no lo ha leído, ni siquiera sabe lo que respondí, mucho menos qué argumentos y evidencia di para que mis respuestas fueran correctas o creíbles, y en conformidad nunca responde a ninguna de ellas tampoco. Dejando su libro, de nuevo, sin uso.

El único otro momento en que Piñero menciona my trabajo es más adelante (en las pp. 43-44), donde dice que mi “obra tiene un comienzo promisorio al usar nuevos métodos (estadísticos) para respaldar la probabilidad de que Jesús nunca haya existido” (de hecho como ya lo dije, no hay estadísticas involucradas; lo único nuevo que hice fue explicitar la lógica de probabilidad en mis afirmaciones de “qué es probable e improbable”, el asunto exacto en que otros historiadores han fracasado en hacer), pero “el lector crítico se decepciona” al encontrar “graves errores de método” en esto. Nunca menciona tales errores. Mucho menos presenta evidencia de que hay un error. Esto es muy común en los historicistas hoy en día: afirmar, sin evidencia, que algo que dije fue “erróneo”, sin explicar qué o por qué.

Por ejemplo, el único argumento de Piñero para esa afirmación es que: “la estimación de Carrier de los métodos de los actuales historiadores y filólogos es superficial y errónea, ya que no toma en cuenta los innumerable estudios que muestran que hay secciones de los evangelios que sin duda contienen datos históricos”. Ya que escribí un libro completo sobre estos “innumerable estudios”, citando un gran número y refutándolos, y asimismo demostrando por qué están en equivocados (a veces incluso objetivamente,  como también lógicamente), Piñero basa su afirmación completa en un hecho demostrablemente falso: que yo “no tome en cuenta” las cosas que de hecho tomé ampliamente en cuenta. Es solo leer Proving History, especialmente el capítulo 5. Como le indiqué a todos los lectores On the Historicity of Jesus  lo que hay qué hacer (explícitamente en las páginas 21, 32, 251, y 391; de hecho cito  PH  99 veces en OHJ).

En otras palabras, todo lo que Piñero hace para “probar” que mis métodos son erróneos es afirmar falsamente que no abordé los métodos de otros historiadores de Jesús. Parece que Piñero no sabe que lo hice. Y en consecuencia no sabe que probé lo contrario a que  “innumerables estudios muestran que hay secciones de los evangelios que sin duda contienen datos históricos”. En realidad demostré en  Proving History  que hasta ahora es algo que ningún estudio lo ha conseguido. Todos son dependientes de afirmaciones falsas sobre hechos o de inferencias lógicamente. Y no soy el único experto con revisión de pares que ha hecho esto. Piñero no tiene respuesta para esto. Ni siquiera en general, mucho menos en algún caso particular. Porque no leyó nada de la literatura revisada por pares  a la que se supone está respondiendo y por consiguiente no sabe qué es lo que esta literatura señala,  y en consecuencia no entrega ninguna respuesta. Por tanto su libro es totalmente inútil.

Por supuesto, Piñero equivocadamente lamenta que si abandonáramos todos los métodos que muestro que son inválidos “cualquier posibilidad de hacer historia Antigua colapsaría”. No. La historia auténtica, la historia hecha por historiadores de verdad (no historiadores de Jesús que parece que pasaran apuros haciendo lo que los verdaderos historiadores hacen) tiene numerosos métodos debidamente probados que funcionan bien. Cuando contribuyes con hechos verdaderos y correctos a esos métodos, y no hechos inventados, evidencia imaginaria, solo conjeturas, o mentiras. Como también lo explico en  Proving History,  especialmente en el capítulo 4. Creo de verdad que Piñero está expresando una pobre y  mala y  elocuente versión de lo que llamo el Argumento de Espartaco. Que es falaz incluso cuando es bien expresado. (Ver Okay, So What about the Historicity of Spartacus?  y So What About Hannibal, Then?)

Piñero también afirma erróneamente que yo “apenas considero los documentos en sí mismos”,  cuando de hecho en OHJ  dedico cientos de páginas a ellos; “así como tampoco”, erróneamente afirma: “cuáles son las mejores explicaciones posibles para los datos históricos que ellas sin duda ofrecen” ,sin presentar ningún ejemplo  de ninguna “mejor explicación posible”, que fallo en tomar en cuenta cualquier parte (no creo que él pueda, ya que he demostrado repetidamente que no leyó ni PH  ni OHJ , en efecto parece que no sabe que existe  PH , a pesar de que en OHJ  aparecen casi cien referencias). Piñero luego erróneamente afirma  que yo no considero el análisis crítico de los evangelios”. De hecho, dedico más de doscientas páginas revisadas por pares a eso  (85 páginas en Proving History  más 122 páginas en On the Historicity of jesus).

Esta mentira repetida sobre lo qué “está” o “no está” en mis libros es un procedimiento estándar entre los historicistas. Nótese que es el único argumento que Antonio Piñero tiene. En ningún punto aborda algún argumento real, evidencia, o contenido de cualquier libro revisado por pares que he publicado sobre esto. Todo lo que hace es decir una serie de mentiras sobre lo qué no hay en ellos. Hágase una simple pregunta. ¿Por qué la historicidad de Jesús solo puede ser defendida con mentiras?  El hecho de que esto es lo qué los historicistas hacen es lo qué los desacredita totalmente. Solo esperan que usted no se dé cuenta. Y en efecto tienen éxito en convencerlo de que no busque, de este modo no lea mis libros. Que intenten manipularlo así debería, francamente, enfadarlo.

¿Mentira o incompetencia?

Se pone aún peor cuando Piñero intenta afirmar (!) que “los mitos religiosos casi siempre se cristalizan alrededor de una personalidad histórica que es reinterpretada e idealizada”. Esta afirmación es totalmente falsa; lo que revela la complete ignorancia de Piñero en estudios mitográficos. También, nuevamente, prueba que no leyó OHJ, donde presento numerosos ejemplos que prueban que esa generalización es falsa: héroes míticos, semidioses, y fundadores son muy comunes (Moisés, José, Abraham, Israel, Noé, Rómulo, Hércules, Isis, Osiris, Esopo, Atis, Dionisio, Asclepio, Gilgamesh, Tom Navy, John From, Ned Ludd, el rey Arturo…podría continuar; y por supuesto, cito la investigación académica revisada por pares sobre estos personajes míticos). También muestro, repetidamente, que Jesús tiene más en común con ellos que con los pocos ejemplos de héroes, semidioses y fundadores que solo parcialmente se podrían poner en una lista. En otras palabras, demuestro mi generalización con una gran cantidad de ejemplos reales y amplias citas de expertos que estudian esto. Piñero no presenta evidencia para sus afirmaciones y no cita expertos en absoluto. Saque sus conclusiones.

De igual forma, Piñero realiza afirmaciones sin respaldo como que “la interpretación de Carrier de las fuentes antiguas me parece subjetiva y a veces extraña, como si fuera dictada por el supuesto a priori que “una religión como la cristiana, tan similar a los cultos de misterios de la Antigüedad, debe ser falsa en principio ya que su Dios es falso y todos esos cultos son falsos”. Nunca presenté este argumento. La falsedad de la teología Cristiana no tiene ninguna relevancia ni en PH  ni en OHJ, ya que no pierdo tiempo en el Jesús sobrenatural, el único Jesús que requiere a Dios y la teología cristiana para ser cierto. Y nuevamente, Piñero nunca da ningún ejemplo mío presentando una interpretación “subjetiva” de nada, al contrario de cómo demuestro mis interpretaciones probables, con evidencia, que es lo contrario a entregar una opinión “subjetiva” sobre ellas.

Se ha demostrado ampliamente que Piñero no ha leído ni  OHJ ni PH, ¿está mintiendo o es solo sorprendente incompetencia? ¿Qué cree? Pareciera ser explícitamente mentira, cuando Piñero habla de mi “interpretaciones subjetivas” de los textos; claramente no tiene idea de mi interpretación de textos en absoluto. Lo que claramente explica por qué no da ejemplos de lo que dice,  y me atribuye una forma de argumento que nunca he hecho. No conoce ejemplo alguno.  Él inventa cosas sobre mí y mi trabajo. Así es como la apología historicista opera. Irónicamente, como también se señaló,  Piñero no sabe que presenté mucha evidencia e investigación académica de que los héroes míticos, semidioses, y fundadores son habituales, y el único argumento que se acerca relativamente a lo que Piñero falsamente me atribuyó de que lo que hago es decir que el  cristianismo es  demostrablemente una versión judía del entonces popular constructo religión de misterio, es que todos los otros dioses salvadores en esas religiones no existieron. Lo que pareciera ser una razón bastante relevante para dudar que Jesús fuera la única excepción entre esos dioses. Piñero ni siquiera sabe que presenté este argumento. Por consiguiente, nunca lo describe. Y en consecuencia nunca lo responde.

Y entonces el libro de Piñero no sirve.

Conclusión

Excepto cuando describe sus tesis, Antonio Piñero nunca dice algo cierto sobre mis libros revisados por pares Proving History  y On the Historicity of Jesus, lo que estaba profesionalmente obligado a leer y luego comentar y responder en su libro. Esto es el equivalente a mentir. Se engaña deliberadamente al público,  ya que el se muestra como quien ha leído los libros, y sus argumentos y que sus argumentos son pertinentes al contenido, que responde a ellos,  cuando ninguno de sus argumentos de verdad lo hace. Ni siquiera sabe cuáles son mis argumentos y evidencia En vez de eso, presenta mentira tras mentira sobre lo hay y no hay en mis libros.

¿Por qué?

Piñero presenta un argumento final en la sección donde trata sobre mí, estableciendo que “como regla general en la metodología de la historia Antigua, se debería adoptar el argumento “económico”, el más simple,  que explique tantos datos como sea posible al mismo tiempo, aunque quizá no todo.” Cierto. Pero mire todas los falsas epiciclos que tuvo que agregar para hacer que su geocentrismo (perdón, quiero decir, teoría de la historicidad) funcione. La historicidad no es la explicación más económica de la evidencia . Los historicistas han inventado toneladas de excusas para que la evidencia diga o pretenda decir lo que no dice o no pretende decir.  El mitismo no funciona así. No necesita supuestos tampoco los historicistas lo necesitan o igualados por supuestos comparables que necesiten los historicistas; y todos los otros “supuestos” en que se basan, lo pruebo con evidencia, entonces no es un supuesto.

Hasta que los historicistas de verdad se involucren con argumentos reales y evidencia,  hay reprobarlos a todos por su abyecto fracaso al no hacer lo que es su deber hacer.

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