No, Tom Holland, no fueron los valores cristianos los que salvaron Occidente

POR RICHARD CARRIER EL 18 DE ABRIL DE 2019

El novelista Tom Holland acaba de escribir un artículo para The Spectator titulado «Thank God for Western Values«, en el que declara que «la deuda de Occidente con el cristianismo está mucho más arraigada de lo que muchos podrían suponer». Todo lo que dice es falso.

El trasfondo

Holland es otro aficionado que pretende saber de lo que habla. No tiene ninguna licenciatura en Historia, ni ningún título superior. Es licenciado en poesía inglesa y latina. Intentó obtener un doctorado en Byron, pero desistió. No es ninguna vergüenza, pero eso no le capacita para hablar de historia antigua, o siquiera medieval. Así que tenlo en cuenta. En cuanto a la fe, podría llamarse un cristiano ateo.

Ya he refutado toda su tesis, porque soy vidente… no, en serio, porque su tesis ya es un mito popular desde hace décadas. El lado de los valores científicos de ese mito lo refuté en un capítulo entero sobre ello en The Christian Delusion; el lado de los valores democráticos del mito lo refuté en otro capítulo entero sobre eso en Christianity Is Not Great. Destrocé más a fondo la afirmación sobre la ciencia en The Scientist in the Early Roman Empire, que fue adaptado de mi tesis doctoral de la Universidad de Columbia. La reivindicación de los valores democráticos la he resumido online en mi (también llamado psíquicamente) artículo That Christian Nation Nonsense (Gods Bless Our Pagan Nation). La reivindicación de valores filantrópicos que he resumido online en mi artículo Los cristianos ni inventaron ni la caridad ni la filantropía. La reivindicación de valores morales que ya abordé en mi artículo Your Own Moral Reasoning: Some Things to Consider. Y he tratado la cuestión de los valores científicos, educativos y económicos en:

Todo lo que sigue está plenamente respaldado con citas de fuentes y publicaciones académicas en esos artículos y libros..

La portada

Incluso las afirmaciones triviales de Holland son falsas, como decir «tal es la lección de la Pascua: que la vida puede surgir de la muerte», si se supone que eso implica que la mitología cristiana de la Pascua es de donde surgió esta ideaPues no. Esa idea no proviene del cristianismo. Incluso en la medida en que la propia Pascua sea cristiana. Después de todo, incorpora un montón de cosas de fiestas paganas—no hay conejitos que ponen huevos en la Biblia, y Eastre, la diosa germana de la fertilidad que da nombre a la Pascua, es sin duda una deidad pagana. Pero ni siquiera su mito central sobre el nuevo nacimiento es cristiano. Los mitos de la resurrección después de la muerte habían sido populares  en todo el mundo occidental durante miles de años antes que el cristianismo tomara prestada la idea y la adaptara a su propia versión del ya popular mito del salvador que muere y resucita.

Así que ya empezamos mal en la primera línea.

La siguiente insinuación de Holland de que la música cristiana (en concreto, la más aburrida: el tañido de las campanas de la iglesia) es «más bonita» que el canto musulmán (o incluso que la lengua árabe) no es más que un disparate imperialista. No estoy de acuerdo. Tal vez porque no soy un cretino imperialista. Pero dejando eso de lado, no existe objetivamente, cósmicamente, la «mejor» música o el «más bello» lenguaje, y menos en ese orden de cosas. Así que no se puede afirmar que el «cristianismo» nos haya dado la mejor música. De hecho, si vamos a hablar de la mejor música que nos ha dado Occidente, seguro que no es la música cristiana, que ahora es  un chiste universal.  Incluso clásicamente, por cada HMesías de Handel te doy un Anillo del Nibelungo.

Lo que apreciamos fundamentalmente en la música es universal en todas las culturas, porque ha evolucionado biológicamente. Se trata simplemente de las muchas formas que uno puede adoptar para evocar esos sentimientos evolucionados que difieren, de forma totalmente fortuita, a través de una evolución cultural en gran medida aleatoria, para la que la familiaridad se convierte en uno de los muchos desencadenantes. De ahí que los musulmanes probablemente tiendan más a encontrar molestas las campanas de las iglesias y bellos los himnos árabes. No están más equivocados que Dawkins cuando dice lo contrario.

Así que Holland nos ofrece analfabetismo histórico, incompetencia musical y racismo en sus dos primeros párrafos. Sobresaliente.

De ahí que cuando Holland dice «Los librepensadores que se burlan de la idea misma de un dios como un hada del cielo, un amigo imaginario, siguen aferrándose a tabúes y moral que derivan claramente del cristianismo”, no deberíamos sorprendernos al descubrir que está tan lleno de mentiras. De hecho, cuando señala que «el Congreso Humanista Mundial afirmó ‘el valor, la dignidad y la autonomía de la persona y el derecho de todo ser humano a la mayor libertad posible compatible con los derechos de los demás'», “no se le ocurre pensar que ninguno de esos conceptos existe en la Biblia”. No hay ningún elogio de la autonomía, ningún concepto de los derechos ni ninguna valorización de la libertad. Al contrario, la Biblia está muy en contra de esas cosas (Antiguo  y Nuevo Testamento). Tampoco encontrarás nada de esto en la literatura cristiana primitiva, por cientos y cientos de años.

La Dignitas y sus ideas afines, incluso en el sentido del valor común de las personas, era un concepto pagano ya ampliamente conocido. Así que el cristianismo no puede pretender haberlo inventado. Y la valoración de la libertad, los derechos y la autonomía era todo una idea pagana. Inventado jurídicamente por los constitucionalistas griegos y romanos, y desarrollado filosóficamente por aristotélicos, epicúreos y estoicos. Los laureados ilustrados que los resucitaron, para repaganizar con ellos el cristianismo, lo hicieron contra la oposición de las autoridades cristianas. Los «tabúes» que heredamos del cristianismo son, más bien, el sexismo, la homofobia, la transfobia, incluso el racismo y el antisemitismo, así como una obsesión enfermiza por la monogamia y una fobia patológica a la sexualidad humana en general. En otras palabras, basura de la que tenemos que deshacernos; no alabar ni agradecer.

Me horroriza especialmente la pregunta de Holland: «¿En qué se basa -aparte del mero sentimentalismo- para argumentar» la conclusión de que «el ateísmo y la preocupación por la vida humana van de la mano?». Está claro que no ha leído literalmente nada de la bibliografía que defiende esto. Presente o pasada. Y francamente, cualquiera que ni siquiera haya leído la obra de Thomas Paine TLos derechos del hombre no está cualificado para comentar de dónde procede nuestra defensa secular de los ideales humanistas. Evidentemente, Holland tampoco ha leído a Aristóteles, Epicuro, Cicerón, Séneca, ni siquiera a Hobbes o Locke. ¿Qué clase de fascista aterrador es este tipo?

De hecho, la cosa no hace más que empeorar cuando demuestra no sólo una total ignorancia de la historia, sino también una total ignorancia de la ciencia y la filosofía, afirmando irrisoriamente:

El dogma primario del humanismo, «que la moralidad es una parte intrínseca de la naturaleza humana basada en la comprensión y la preocupación por los demás», no encuentra más corroboración en la ciencia que el dogma de los nazis de que cualquiera que no sea apto para la vida debe ser exterminado.

En realidad, el razonamiento moral y las motivaciones biológicamente innatas de los seres humanos tienen una amplia base científica; la evidencia científica de que el genocidio es realmente productivo es nula De hecho, todas las pruebas científicas e históricas reales demuestran que las sociedades morales prosperan mientras que las asesinas se hunden. Y los secularistas basan sus creencias en pruebas. Muy a diferencia de los cristianos. La «creencia basada en la fe» es otra idea basura que el cristianismo nos inculcó y de la que tardamos miles de años en deshacernos, e incluso entonces muchos de nosotros todavía no nos hemos liberado… evidentemente, Holland está entre ellos.

Resulta por tanto inquietantemente divertido que Holland cite al «gran erudito judío Daniel Boyarin» describiendo el cristianismo como «el más poderoso de los sistemas culturales hegemónicos de la historia del mundo». Boyarin no lo dijo como un elogio. Fue una crítica. El argumento de Boyarin (en A Radical Jew) es que el dominio cultural cristiano nos ha acarreado problemas insolubles, en particular su arraigado sexismo y su hostilidad a la libertad, la diversidad y la justicia social moderna. Nombra especialmente el antisemitismo, la oposición a los derechos de la mujer y la larga y espantosa defensa que el cristianismo ha hecho de la esclavitud racista (y se puede añadir, por tanto, las cicatrices de desigualdad e injusticia que ese legado sigue dejando en la sociedad moderna actual). Boyarin tiene razón. No es algo para sentirse orgulloso. Es uno de los mayores problemas que aquejan a nuestra sociedad y que más necesita una solución. Una solución como… deshacerse de ella de una maldita vez.

Holland también se equivoca en hechos históricos triviales. Como:

  • – Afirma que la «crucifixión» era «especialmente indicada para los esclavos». Falso. Era estándar para cualquiera que no perteneciera a una clase protegida -como ser ciudadano romano, cosa que la mayoría de la gente entonces no era-. Sólo unos 14 millones de los casi 100 millones de habitantes del Imperio Romano podían reclamarla. Por tanto, muchos de los crucificados en Judea no eran esclavos. (De hecho, todos los judíos ejecutados por sus propios tribunales fueron crucificados post mortem: véase On the Historicity of Jesus, pp. 61-62; pero supongo que Holland no sabe que había diferentes tipos de crucifixión en la antigüedad).
  • Afirma que tenemos «cuatro relatos detallados del proceso por el que un hombre puede ser condenado a la cruz». No. No los tenemos. Se refiere a los Evangelios. Ninguno de los cuales se basa en ningún testimonio de los hechos; pero lo más importante, todos son sólo redacciones de la misma historia inventada por Marcos. Así que en realidad, tenemos una historia. Que es ficticia. Y que los historiadores saben que no se ajusta muy bien a los hechos conocidos de cómo se desarrollaban esos juicios (véase Haim Cohn The Trial and Death of Jesus y mis libros Proving History, pp. 154, 317 n. 68 y On the Historicity of Jesus, p. 140) y se basa sobre todo en una reescritura creativa de las Escrituras (en particular del Salmo 22: véase On the Historicity of Jesus, pp. 399, 408) e historias de juicios que ni siquiera implicaban la crucifixión (como el cuento de Jesus ben AnaniasOHJ, pp. 428-31). Holland demuestra su incompetencia en razonamiento histórico cuando confunde el hecho de que los historiadores estén mayoritariamente de acuerdo en que Jesús fue crucificado, con el no hecho de que estén de acuerdo en que los detalles de la narración evangélica son ciertos. No lo están.

Pero basta con el vergonzoso pero trivial…

Espera, ¿de qué se supone que estábamos hablando?

Se habrán dado cuenta de que llevamos más de la mitad del artículo y todavía no hemos llegado a ningún argumento real de que alguna idea real por la que podamos estar agradecidos provenga del cristianismo. Sólo un puñado de fanatismo imperialista e ignorancia. Por fin llegamos a algo…

Holland insinúa finalmente que el cristianismo nos dio la idea de un dios que «estaba más cerca de los débiles que de los poderosos, de los pobres que de los ricos». Eso es falso. Dioses y héroes humillados, rebajados, lisiados, castrados, crucificados y deshonrados ya abundaban en el paganismo (Reúno muchos ejemplos en Not the Impossible Faith, pp. 51-74). De hecho, el mito de Jesús es tan similar al del esclavo-héroe ejecutado Esopo y al de la humillada y crucificada Inanna como para levantar algunas sospechas de plagio (OHJ, pp. 223-25: Aesop; pp. 45-47: Inanna). Pero lo que es más importante, la noción del hombre justo (y a menudo de clase trabajadora) injustamente deshonrado y humillado que es exaltado por Dios ya era un tropo judío común en la época en que el cristianismo lo robó (Ibid., pp. 142, 209, 430-31).

Holland insinúa entonces que el cristianismo nos dio la idea «de que ser víctima puede ser una fuente de fortaleza». También falso. Esa idea era común en todas las escrituras judías y en la literatura sapiencial, y también era bien conocida en el pensamiento filosófico pagano, incluido todo el concepto del sabio estoico.

Holland insinúa entonces que el cristianismo nos dio la idea de que «la medida de la compasión de un hombre por los humildes y los que sufren» es «la medida de la altivez de su alma». Totalmente falso. La idea de que el valor y la virtud de una persona pueden medirse por su compasión y magnanimidad hacia los humildes y los que sufren es ya un pilar en Aristóteles y fue una característica de todas las escuelas filosóficas paganas que le sucedieron. Se trata incluso de una idea elocuentemente descrita y alabada por Séneca, que según todos los indicios era un estúpido conservador, incluso para los estándares de su época.

Holland dice entonces: «Si Dios está realmente muerto, entonces su sombra, inmensa y espantosa, sigue parpadeando incluso cuando su cadáver yace frío». Sin embargo, todavía tiene que identificar una sola partícula de esa sombra. Hasta ahora todo lo que nos ha dado son cosas que los paganos ya habían inventado y que los cristianos sólo recogieron y mantuvieron… después de asesinar a todos los paganos. E incluso gran parte de eso, los cristianos lo abandonaron de hecho; tuvo que ser redescubierto en la literatura pagana más de mil años después, y discutido durante siglos, antes de convertirse en algo parecido a » popular» de nuevo Ideales como los derechos, la libertad, la autonomía y la democracia tuvieron que ser forzados, y torpemente, para encajar en el sistema cristiano; no procedían naturalmente de él, sino que se encontraban con una resistencia que había que vencer. Y fueron necesarias guerras reales para conseguirlo.

Holland afirma entonces que la idea «de que los perseguidos y los desfavorecidos tienen derechos sobre los privilegiados» es cristiana. Falso. La noción de que las élites tienen deberes y obligaciones para con los ciudadanos, que les deben bienestar y justicia, era tan universal en la antigüedad pagana como lo es hoy en día. Al igual que su desprecio. La idea de «persecución» como fenómeno de injusticia se originó mucho antes de que existieran los cristianos. La idea de que, como dice Holland, «las condenas del cristianismo como patriarcal, represivo o hegemónico se derivan de un marco de valores que no es cristiano» es totalmente falsa. La noción de que el patriarcado es malo surgió de la oposición de la Ilustración al apoyo constante del cristianismo al patriarcado. Ciertamente no surgió de las Escrituras. Una cosa que Jesús nunca hizo, ue condenar el patriarcado… o incluso condenar la esclavitud. Mientras tanto, la noción de que la opresión hegemónica es mala era un pilar de la filosofía política grecorromana desde que tenemos escritos de ellos.

Y…

Eso es todo.

Termina el artículo de Holland.

¿Qué mierda?

Conclusión

Holland no da ejemplos de nada que el cristianismo haya aportado a Occidente que sea bueno. Todo lo que él insinúa como tal, ya era occidental antes de que llegara el cristianismo, se desarrolló sin él, o surgió en oposición a él. Luego ignora todo lo malo que trajo. Y luego afirma que por lo tanto debemos glorificar a Cristo. Así de malo.

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